EL MILAGRO DE VERITO: ENTRE LA CONTROVERSIA Y LA INSTITUCIONALIDAD
- Colectivos Progresistas
- 23 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Si algo ha demostrado Verónica Abad desde que saltó al escenario político es su capacidad para polarizar y unificar, aunque sea por motivos contradictorios. Desde su nombramiento como candidata a la vicepresidencia hasta su polémica separación de funciones, “Verito” ha sido el epicentro de discusiones ciudadanas que no dejan indiferente a nadie.

De candidata sorpresa a vicepresidenta incómoda
El ascenso de Abad fue sorpresivo. Tras un desempeño modesto como candidata a la alcaldía de Cuenca, nadie esperaba que se convirtiera en la compañera de fórmula de Daniel Noboa. Su perfil “libertario” y declaraciones incendiarias encendieron las alarmas del progresismo y los movimientos sociales, al punto que su figura se volvió un catalizador de unidad entre sectores de izquierda.
Ya en campaña, su presencia se convirtió en un problema para el candidato presidencial, quien optó por mantenerla lejos del foco mediático, enviándola a Estados Unidos y alejándola de su relación de "centro izquierda". Sin embargo, tras el triunfo electoral, la fractura fue evidente: mientras Noboa asumía el mando, Verito emprendía un camino paralelo, lejos de las funciones.
El silencio institucional
Como vicepresidente, Abad fue relegada a misiones simbólicas, como su envío a Israel para tratar un conflicto del Medio Oriente (sin relevancia aparente para su gestión) y, posteriormente, a Turquía, sin rol definido. La situación se tornó crítica cuando, tras el encarcelamiento de su hijo, Abad cuestionó públicamente la gestión del gobierno, lo que provocó una respuesta contundente del presidente Noboa: su separación de funciones mediante un sumario administrativo que extendió, de manera irregular, el límite legal, de 90 a 150 días.
Esta decisión no solo evidencia un conflicto político personal entre el presidente y la vicepresidenta, sino que marcó un precedente preocupante para la democracia y el Estado de Derecho. La ciudadanía y los organismos internacionales señalaron rápidamente las implicaciones de misoginia, persecución política y quiebre constitucional en este episodio.
De villana a mártir política
Curiosamente, los eventos que buscaban deslegitimar a Verónica Abad terminaron reforzando su figura. Más allá de su ideología o declaraciones controvertidas, su injusta separación generó un consenso inusual: el rechazo hacia el autoritarismo y las prácticas que vulneran la institucionalidad democrática.
Por primera vez, la defensa de Abad trascendió las ideologías políticas. Desde sectores progresistas hasta movimientos sociales y organismos internacionales, la condena al accionar del gobierno consolidó a Abad como una figura simbólica de resistencia frente al abuso de poder.
Conclusión
Verónica Abad logró lo que pocos políticos consiguen: concentrar la atención ciudadana y unificar opiniones, primero en su contra y, ahora, en defensa de principios democráticos. Su caso no solo pone en evidencia la fragilidad de la institucionalidad en Ecuador, sino también el costo de decisiones autoritarias que afectan el equilibrio del poder.
El “milagro de Verito” no es su ascenso político, sino su transformación de un personaje polémico a una figura central en el debate sobre democracia y derechos en el país. Una lección para todos los actores políticos: la ciudadanía puede ser crítica, pero no tolerará el irrespeto a las personas y las instituciones democráticas.
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