"LA DEMOCRACIA, DEBEMOS DEFENDERLA"
- Colectivos Progresistas
- 9 dic 2024
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La democracia en nuestro país enfrenta múltiples desafíos que comprometen su vigencia y esencia.

El panorama actual describe una democracia controlada por intereses externos, con un sistema económico subordinado a políticas internacionales y dominado por una oligarquía que perpetúa un modelo dependiente de la exportación de pocos productos. Este esquema económico no solo frena el desarrollo, sino que también favorece la especulación financiera sobre el crecimiento sostenible del país.
Simultáneamente, el gobierno ha instrumentalizado las instituciones estatales, generando una profunda crisis que abarca ámbitos económicos, sanitarios, de seguridad y de infraestructura. En este contexto, el narcotráfico ha logrado infiltrarse en las instituciones, lavando su dinero dentro de un sistema financiero cómplice. Este escenario es agravado por un control ideológico que siembra miedo y desesperanza, alimentando la polarización y utilizando el aparato estatal para reprimir a opositores políticos y restringir sus derechos.
Sin embargo, esta crisis estructural no se traduce en un rechazo total a la democracia, sino en una crítica hacia sus carencias: la creciente desigualdad, la inseguridad y la desconexión entre las instituciones y las demandas ciudadanas. La ciudadanía ha evidenciado su descontento mediante la desaprobación de gobiernos, la desconfianza en los partidos políticos y la creciente desafección hacia las instituciones democráticas.
La representación democrática en crisis
El descontento social es inseparable de una crisis de representación política, agravada por la falta de respuestas efectivas a las necesidades ciudadanas. Los partidos políticos, que deben actuar como intermediarios entre el pueblo y el gobierno, se han reducido a maquinarias electorales y clientelares, carentes de proyectos de largo plazo y de equipos técnicos competentes. Este vacío de liderazgo y propuestas deja a los ciudadanos en un estado de vulnerabilidad y desilusión, mientras las agendas políticas se ven influenciadas por intereses mediáticos más que por las verdaderas prioridades sociales.
En este escenario, las desigualdades económicas perpetúan la inestabilidad política. La pobreza, el desempleo y la migración alimentan la percepción de inseguridad y minan la confianza en la democracia como sistema capaz de responder a las demandas de justicia social. La polarización política, acentuada por la persecución ideológica y el uso indebido de los órganos de justicia, debilita aún más el tejido social y refuerza una narrativa excluyente.
Por una democracia renovada
A pesar de este panorama, es esencial reconocer que la democracia sigue siendo el marco que garantiza los derechos, libertades y la representación de las demandas ciudadanas. Sin embargo, para defenderla, es necesario transformar sus fundamentos. Esto implica fortalecer la institucionalidad, garantizar la independencia del sistema judicial, combatir la corrupción y el narcotráfico, y promover un modelo de desarrollo inclusivo y equitativo.
La crisis actual no es solo económica, sino también social y política. La solución requiere una visión integral que priorice la redistribución de la riqueza, la generación de empleo, el acceso universal a la salud y la educación, y la construcción de un entorno seguro y pacífico para todos. Además, es crucial que los ciudadanos recuperen su fe en las instituciones democráticas a través de una mayor participación y control social.
Por una democracia que supere sus deficiencias
La democracia debe evolucionar para responder a las necesidades del presente y proyectarse hacia el futuro. Esto exige partidos políticos comprometidos con agendas inclusivas y responsables, capaces de articular las demandas ciudadanas y liderar procesos de cambio. Asimismo, el Estado debe garantizar la igualdad de oportunidades y derechos, fomentando un desarrollo que priorice el bienestar colectivo sobre los intereses de los grupos privilegiados.
En defensa de la democracia, es imperativo reconocer y superar sus deficiencias actuales. Esto no solo fortalecerá las instituciones, sino que también devolverá a los ciudadanos la esperanza de construir un país más justo, igualitario y democrático, donde la paz y la seguridad sean una realidad tangible para todos. La lucha por una democracia renovada no es solo una tarea política, sino un compromiso colectivo por el futuro del país.
Pedro Conejo Calderón
Cuenca, 9/12/2024
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