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BLOQUE HISTÓRICO: UN RETO ESTRATÉGICO PARA LAS ORGANIZACIONES SOCIALES

  • Foto del escritor: Colectivos Progresistas
    Colectivos Progresistas
  • 7 oct 2024
  • 3 Min. de lectura

En un contexto marcado por las profundas crisis económicas, sociales y políticas que ha dejado el neoliberalismo en América Latina, la construcción de un bloque histórico, como lo planteaba Antonio Gramsci, emerge como un desafío urgente para las organizaciones sociales.

Pedro Cornejo Calderón - Analista Político

Este concepto no solo se refiere a la unificación de fuerzas políticas y sociales, sino a la creación de una nueva hegemonía que dispute y transforme las estructuras de poder existentes, redefiniendo los intereses y valores de la sociedad. En Ecuador, donde las políticas neoliberales han causado estragos, la necesidad de articular un bloque histórico cobra relevancia estratégica.


El espacio de unidad de las organizaciones sociales debe configurarse como el núcleo de este bloque. En su carácter autónomo, este espacio no puede subordinarse a los partidos políticos, sino que debe ser el motor de una agenda propia, que promueva los derechos de los trabajadores, campesinos, mujeres, jóvenes, pueblos indígenas y otros sectores populares. Para construir una hegemonía transformadora, las organizaciones sociales deben crear un proyecto político común que, basado en la justicia social, la equidad y el bienestar, sirva de alternativa al modelo neoliberal. La lucha por el poder no es solo institucional, sino también cultural: para consolidar un bloque histórico, las organizaciones deben trabajar en la construcción de un discurso propio que dispute el relato dominante.


Es crucial que las organizaciones desarrollen espacios democráticos y horizontales, donde se respeten las autonomías internas y se coordinen acciones concretas. Propuestas como la creación de una "Escuela de Formación Política" para líderes sociales y la articulación en red de las organizaciones en cada territorio son esenciales para fortalecer la capacidad de movilización. No se trata únicamente de actuar como fuerza de choque ante las injusticias del sistema, sino de desarrollar una praxis movilizadora que eduque, concientice y movilice a las bases hacia un horizonte transformador.


En este sentido, la movilización es una herramienta central en la construcción del bloque histórico. No basta con reaccionar ante las crisis; la movilización debe estar orientada por un proyecto político claro. La hegemonía debe construirse en las calles, en la confrontación directa con el orden dominante. En Ecuador, la experiencia acumulada por las organizaciones sociales en la lucha popular debe ser aprovechada y potenciada. Movilizaciones planificadas, como jornadas nacionales de protesta, deben ser coordinadas para visibilizar las demandas del pueblo y construir una narrativa que articule las luchas locales con un proyecto nacional.


Sin embargo, la movilización no puede desvincularse de la coyuntura electoral. Las elecciones del 2025 representan una oportunidad clave para consolidar la unidad de las fuerzas progresistas y de izquierda. En este contexto, las organizaciones sociales tienen el reto de convertirse en un actor decisivo, no solo en la defensa de un binomio presidencial o una mayoría legislativa, sino en la garantía de que las demandas populares se materialicen en políticas públicas concretas. A las organizaciones sociales, les corresponde monitorear el cumplimiento del Acuerdo Mínimo Programático y organizar acciones emblemáticas en territorios estratégicos, es una tarea fundamental para asegurar la coherencia entre los candidatos y el bloque social que representan.


La construcción de un bloque histórico no se da de manera espontánea ni lineal. Implica una constante negociación y articulación entre distintos actores sociales, cada uno con sus propios intereses, pero unidos por un proyecto hegemónico común. En este caso, la construcción de un Estado de bienestar, el respeto a los derechos colectivos, la equidad de género y el desarrollo sostenible deben ser los pilares de ese proyecto. Pero para que el bloque histórico sea viable, no basta con compartir diagnósticos o intenciones; es necesario transformar estas ideas en una praxis política coherente que esté anclada en la realidad territorial y en las demandas concretas de la gente.


Finalmente, el reto de construir un bloque histórico para las organizaciones sociales implica no solo disputar el poder, sino redefinir la cultura política del país. La lucha por la hegemonía debe ir más allá de lo electoral y debe transformar la sociedad desde sus raíces, articulando la lucha social con la construcción de un nuevo sentido común. Las organizaciones tienen la capacidad y la legitimidad para liderar este proceso, pero para ello deben asumir un rol protagónico en la construcción de un proyecto político inclusivo, democrático y popular. En la medida en que logren articularse como un verdadero bloque histórico, podrán no solo resistir las embestidas del neoliberalismo, sino construir una alternativa transformadora para el país.


Pedro Cornejo Calderón

Cuenca, 2024/10/07


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